Enoturismo

A 737 metros de altitud y junto al abismo, se nos abre un paraje lleno de bellos rincones naturales, alimentándose de la historia, la leyenda y las ruinas de un glorioso pasado.
Es en este pequeño pueblo, donde debemos ir a buscar las raíces de toda la comarca, ya que fue Albert de Castellvell quien después de la reconquista cristiana de la zona (último vestigio sarraceno de Cataluña) cedió parte de sus dominios, situados en Escaladei, a la orden religiosa de San Bruno para la construcción de la primera cartuja de la península. No hay que perderse las ruinas del castillo, la iglesia románica de Sta. Maria (S. XII – XIII), y el salto de la Reina Mora.
La impresión más fuerte que Siurana nos transmitirá es la de grandes soledades, soledad de las montañas desiertas que le acompañan, soledad del espacio que la corona, soledad de pequeño pueblo silencioso. Soledades que son una compañía, que nunca abandona a quien las intenta evocar, percibir, vivir. No son soledades de melancolía, sino realidades pletóricas de un pasado cargado de historia y densas promesas futuras con las que creemos con toda fe.